Día del Misionero Diocesano

Día del Misionero Diocesano

Día del Misionero Diocesano

 

 “Perderse a Jesucristo es perderse lo mejor de la vida”

Desde hace cuatro años la Delegación Diocesana de Misiones invita a toda la archidiócesis a vivir una semana, en el mes de mayo, dedicada a rendir homenaje a nuestros misioneros diocesanos, en forma de oración de acción de gracias por la  vida entregada de todos ellos; dando a conocer la verdadera importancia de su labor evangelizadora, que en nombre de la Iglesia, en este caso de la Iglesia de Toledo, llevan adelante hombres y mujeres, consagrados y laicos, que dejando atrás muchas comodidades, marchan lejos de nuestra tierra para llevar lo que mejor conocen y aman,  que es  a Jesús, a quienes aún no han oído hablar de él . Este año el día elegido ha sido el 16 de mayo y el  lema “Testigos valientes del Evangelio”.

La semana comenzó con la celebración, los días previos al Día del Misionero Diocesano, de la eucaristía, celebrada por misioneros, en la capilla de la Inmaculada Concepción de Toledo. El lunes 13 de mayo, la eucaristía fue presidida por el delegado episcopal de misiones P. José Carlos Arellano Ortega, continuando con el P. Juan Jesús Martín Rincón, misionero en la diócesis de Santa Elena (Ecuador) y cerrando el triduo el P. Enrique Rodríguez Torrejón, vicario general en la Prelatura de Moyobamba y párroco en Juanjui (Perú). Cada uno de ellos animó a valorar la riqueza que supone para nuestra archidiócesis la vida misionera y a pedir oraciones para el sostenimiento de esta riqueza, que son los hombres y mujeres, que entregan su vida por la evangelización lejos de nuestra archidiócesis.

P. Enrique Rodríguez Torrejón, misionero en la Prelatura de Moyobamba (Perú)

El jueves 16 de mayo era el día señalado como “Día del Misionero Diocesano” y la parroquia de San Juan de la Cruz, acogía los actos centrales que cerraban esta semana de oración por nuestros misioneros. Las celebraciones contaron con la presencia de Mons. Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo, quien estuvo acompañado por el Arzobispo Emérito Mons. Braulio Rodríguez Plaza y el Obispo de la Prelatura de Moyobamba (Perú), Mons. Rafael Escudero López-Brea. A las 7 de la tarde comenzada con la exposición del Santísimo una vigilia de oración misionera, que contaba con el testimonio del sacerdote diocesano, P. Rafael María Contreras de Saro, misionero en la Prelatura de Moyobamba, que desde hace nueve meses regresó a Perú, por segunda vez, para vivir la llamada de Dios a su sacerdocio en la Misión.

Testimonio del P. Rafael María contreras de Saro, misionero en la Prelatura de Moyobamba (Perú)

El P. Rafael María en su testimonio fue desgranando su vida, un joven con la carrera de farmacia y  trabajo estable,  que en  un encuentro de JRC en Fátima, sintió la presencia del Señor y de su Madre la Virgen en su vida, y  desde ese momento comenzó la búsqueda de su vocación, que le llevó en el año 2008, por indicación de su director espiritual, a vivir una experiencia misionera, en Moyobamba. Cuenta como “me impresionó la pobreza tan grande de la gente y sobre todo la sed de Dios y como los misioneros ponían la Eucaristía, el Santísimo, en el centro de la Misión”. A partir de ese momento descubrió la invitación del Señor a seguir el camino del sacerdocio misionero.

Tras ordenarse en  2014, y ser párroco en las parroquias de Alía y la Calera, en 2016 marcha a la Prelatura de Moyobamba. De los primeros momentos vividos como misionero en la prelatura, destaca la confesión realizada por un joven, enfermo terminal de Sida y víctima de abusos en su familia,  en aquella confesión el P. Rafael descubrió la misericordia del Señor y un segundo momento, con la movilización de todo un pueblo tras unas lluvias torrenciales, ayudándole a salir de esa situación; en estos hechos el P. Rafael encuentra la manifestación del  Amor de Dios. Tras desempeñar distintas tareas pastorales en la parroquia de Moyobamba y el seminario, por motivos familiares regresa a nuestra archidiócesis, ocupándose de las parroquias de Buenaventura, Sotillo de las Palomas y Marrupe. Regresando a la Prelatura de Moyobamba en septiembre de 2023.

De esta segunda etapa en la misión destaca la colaboración pastoral con  un hermano sacerdote nativo, P. Henry  Carrero, con el que trabaja en la parroquia Virgen del Carmen de Saposoa, y con quien vive una auténtica fraternidad sacerdotal,  aprendiendo a conocer a los fieles de la parroquia y su cultura. Como logros de estos meses detalla la reserva del Santísimo en dos capillas, la construcción de cuatro capillas, la formación de sacristanes y sobre todo, la introducción de la devoción a la Santísima Virgen, prácticamente inexistente.

Al término del testimonio comenzó la Eucaristía presidida por el Sr. Arzobispo Mons. Francisco Cerro Chaves y concelebrada por los obispos presentes, junto a un  nutrido grupo de  sacerdotes y fieles de la parroquia.

El Sr. Arzobispo comenzó su homilía recordando y agradeciendo a todos los misioneros su labor y resaltando el centenar de jóvenes de nuestra archidiócesis, que este verano, realizarán labores de voluntariado misionero en Cuba, Perú, Calcuta, y en Tánger, donde él les acompañará unos días. Prosiguió su homilía añadiendo que el misionero vive como de tres miradas, que son el gran fruto del Resucitado, que tiene como misión formar en nuestro corazón los mismos sentimientos del Corazón de Cristo, los sentimientos misioneros de ir por el mundo entero. Estas tres miradas del misionero son: una mirada de intimidad con la Trinidad, no hay vocación misionera si no hay una profunda intimidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la llamada misionera brota de la llamada de Cristo que nos dice “mira la mies” y la respuesta del misionero “aquí estoy para hacer tu voluntad”; una mirada de Iglesia, como la iglesia diocesana no sea misionera, Dios no nos va bendecir, ni siquiera con vocaciones. Cuanto más demos a la Iglesia Universal, más bendiciones recibiremos de Dios; por último, una tercera mirada misionera dirigida a los pobres, “los pobres más pobres de los pobres”, son los que no tienen a Dios, a quienes aún no les ha llegado el Evangelio. Cuando el misionero da a Jesucristo da todo y ello conlleva, la promoción social, la cultura, la vida.

Para finalizar, invitó a todos a seguir anunciando el Evangelio en la misión “Ad Gentes”, haciendo presente lo único que merece la pena que es anunciar a Jesucristo, porque “perder a Jesucristo es perderse lo mejor de la vida”.

Comparte esta noticia en: