Día de Hispanoamérica
Arriesgan su vida por el Evangelio
Con el lema «Arriesgan su vida por el Evangelio» la Iglesia celebra el domingo 3 de marzo el Día de Hispanoamérica. Una jornada para recordar especialmente a los sacerdotes españoles que han salido de sus diócesis de origen para colaborar con la Iglesia católica en Latinoamérica. Estos sacerdotes se agrupan en la Obra para la Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA).
La OCHSA es una respuesta a una llamada misionera. Creada el 4 de junio de 1949, el objetivo de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana era colaborar con la iglesia católica de en Latinoamérica, queriendo así paliar la escasez de sacerdotes de las diócesis de este continente con sacerdotes diocesanos voluntarios provenientes de España. En el modelo promovido por la OCHSA, sacerdotes diocesanos se trasladan temporalmente a una diócesis americana, sin dejar de pertenecer a la propia, en España, para colaborar con el clero local. En un primer momento, el tiempo de estancia era de cinco años, que posteriormente se redujo a tres, aunque renovable. De hecho, nos encontramos con sacerdotes, que han pasado la vida como misioneros en América latina y que nunca dejaron de estar incardinados en la Iglesia local en la que fueron ordenados. Para concretar el envío, se firma un contrato entre el obispo de la diócesis de origen, el obispo de la diócesis de destino y el misionero.
En la actualidad, según las estadísticas difundidas por la Comisión Episcopal de Misiones de la Conferencia Episcopal Española, son 150 los sacerdotes de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana que están en misión. Siendo la archidiócesis de Toledo la que más misioneros aporta, con 27, que se encuentran repartidos por Uruguay, Ecuador, México, Chile, Brasil y Perú. Esta jornada misionera tiene que ser para todos un testimonio de su generosidad y un ejemplo de vida que tiene que ser conocida y valorada, porque cada uno de ellos nos muestran que vale la pena “arriesgar la vida por el Evangelio”, salir de nuestras zonas de confort, de nuestras lamentaciones, y asumir la misión “ad gentes”.