Visita del Delegado de Misiones a Perú
Siguiendo el deseo del Sr. Arzobispo, D. Francisco Cerro Chaves, de visitar todos los años la Prelatura de Moyobamba y a los misioneros que se encuentran en la diócesis de Lurín, el Delegado de Misiones, D. José Carlos Arellano, se puso en camino hacia Perú los días 23 de febrero hasta el 3 de marzo.
“Ha sido un regalo del Señor, estar con los misioneros es una bendición, ver su generosidad, su valentía, su entusiasmo ayuda a refrescar el ardor sacerdotal y a tener una panorámica de iglesia universal”.
El Día 23 llegué a las 11:00 horas al aeropuerto de Tarapoto donde me esperaban el P. Frank y el P. Enrique para viajar juntos a Moyobamba, sede de la Prelatura, allí nos esperaba Monseñor Rafael y el resto de sacerdotes de la Diócesis de Toledo, el P. Jaime, el P. Marek, el P. José Joaquín, el P. Santos (rector del Seminario de Moyobamba) y el P. Carlos Wenceslao (director espiritual). También forma parte del grupo el P. Emilio Bosch que se encontraba en España visitando a la familia.
Después de una fraternal comida tuvimos un encuentro para revisar la carta Pastoral del Arzobispo sobre misiones “seréis mis testigos” del año 2021 y para intercambiar impresiones.
A la tarde preside la Santa Misa Monseñor Rafael en la catedral Santiago Apóstol y concelebro con él.
Al día siguiente, día 24, por la mañana acompaño al P. Marek a la cárcel de la ciudad e ingreso al módulo de máxima seguridad para compartir la celebración de la Palabra con los internos que se acercan. Me acompaña un voluntario de la pastoral penitenciaria. Con un pequeño donativo de la Delegación se les hace regalo del Nuevo Testamento a los que asisten frecuentemente. Ha sido un momento de gracia “porque estuve en la cárcel y vinisteis a verme”.
Por la tarde acompaño al P. Jaime que se encuentra en el centro pastoral de la ciudad impartiendo un curso sobre el libro del Apocalipsis a un grupo de jóvenes y familias misioneras. Me comparte el proyecto de ampliación que está en estudio y celebro la Santa Misa en la capilla del centro con los asistentes.
Al día siguiente de madrugada junto al P. Enrique nos dirigimos a la ciudad de Bellavista donde esperan el P. Frank, vicario general de la Prelatura, y el P. Gastón diocesano de allí. El P. Frank se encuentra impartiendo ejercicios espirituales a las hermanas religiosas Siervas de los pobres hijas del Sagrado Corazón y con el P. Gastón nos dirigimos a la comunidad de Ledoy, situada a 40 minutos de Bellavista, para celebrar un “velorio”, que consiste en hacer celebración de la Palabra por un difunto.
A la tarde presido la Santa Misa en el centro parroquial con asistencia de un buen grupo de niñas que se encuentran internas en el hogar de Nazaret y fieles del lugar.
Al día siguiente, domingo, día 26 el P. Frank conduce a la ciudad de Juanjuí donde nos esperan el P. Enrique y los padrecitos Henry y Roque, diocesanos de la Prelatura, compartimos un rico almuerzo y por la tarde nos preparamos para la celebración de la Santa Misa con asistencia de numerosos fieles.
Al día siguiente el P. Enrique me enseña las mejoras de las instalaciones parroquiales con el deseo de atender las necesidades pastorales cada vez con más demanda. Terminamos la jornada con la Santa Misa para dar gracias a Dios por tantos regalos que nos hace, a continuación los diferentes grupos parroquiales preparan un delicioso compartir.
El martes, día 28, a las 11:00 llego al aeropuerto “Jorge Chaves” de Lima donde me espera el p. Gustavo para recogerme. De camino a la parroquia vamos conversando de los desafíos pastorales que se presentan en los lugares de misión.
Este mismo día compartimos comida con el P. José Manuel y el P. Julio , los “hermanos Ampuero” y un grupo de chicos que están dedicando la mañana para hacer retiro, muchos de ellos recogidos de la calle y en situaciones lamentables y que se encuentran acogidos en el centro “Sembrando Esperanza”, gracias al coraje y la valentía de una profesora, llamada Jheny, y a la ayuda de voluntarios y donativos.
A la tarde celebro la Santa Misa en la parroquia de la Inmaculada donde se encuentra el P. Juan Carlos concelebró el P. Giuliano con el que pude compartir ministerio pastoral en la parroquia de Jesús Nazareno por dos años.
El miércoles, día 1 de marzo, después de la oración y del desayuno, nos dirigimos el P. José Manuel y un servidor a los cerros de Villa María, donde la gente vive en casitas levantadas en la ladera de montaña, sin agua y sin desagüe, para visitar la casita que se está levantando para una mamá viuda y sus tres hijitos, gracias a un donativo del Sr. Arzobispo. Recién se está allanando el terreno para la construcción de la casa pues se está ganado espacio a la roca a base de poner dinamita. La comunidad se ha comprometido a terminarla para el mes de noviembre cuando pueda regresar el Sr. Arzobispo para su bendición.
Ese mismo día compartimos comida y tertulia en la casa de espiritualidad con los sacerdotes que se encuentran en la diócesis de Lurín (Lima Sur), el P. Javier, el P. Gustavo, el P. Juan Carlos, el P. José Manuel. Faltaba el P. Julio que marchó a la Prelatura de Moyobamba para dirigir los ejercicios espirituales a los seminaristas.
En la tarde, ya en la parroquia de Cristo de Pachacamilla, donde se encuentran el P. Gustavo y el P. Javier dediqué tiempo para la oración, pues disfrutan de Adoración del Santísimo todo el día de los jueves, también pude confesar un rato y celebrar la santa Misa con participación de abundante feligresía.
El jueves, día 2, compartí con el P. Juan Carlos la mañana y parte de la tarde. Después de un rico desayuno nos dirigimos a visitar los dos centros de salud de la parroquia, uno de ellos convertido en un Policlínico con unas instalaciones limpias y ordenadas y donde se atiende a los pacientes por parte de los profesionales de una manera excelente, también los pobres se merecen lo mejor. Después compartimos el almuerzo que consiste en “adobo de chancho” y pudimos conversar tranquilamente sobre alegrías y tristezas del ministerio sacerdotal y cómo la Misericordia del Señor se derrama abundantemente.
El objetivo del Sr. Arzobispo de esta visita, como de las que se pueda hacer cada año, consiste en recordar a los misioneros que no están solos, que tienen detrás a toda una diócesis que les respalda, que les quiere, que reza por ellos y con la que pueden contar para lo que necesiten.